El nacimiento de un mito
"En los años 50, mi abuela tenía reservado este espacio natural para las actividades de ocio de la familia. Contiguo a nuestra casa de Mareuil-sur-Aÿ, estaba decorado con viñas, flores y árboles frutales. Consciente del potencial de estas magníficas tierras, mi familia decide plantar las primeras viñas de Pinot Noir en 1964. Se toma la decisión de vinificar este Pinot Noir en blanco en pequeñas barricas borgoñesas: un champán excepcional está por nacer. Después de dedicar años al cuidado meticuloso de las viñas, el año 1995 destaca por una cosecha sobresaliente, que producirá el primer millésime de esta cuvée, única en su especie. Será bautizada Clos Saint-Hilaire, en honor al santo patrón de la iglesia de Mareuil-sur-Aÿ. De aquí en adelante, cada botella será numerada".
François Roland-Billecart – Sexta generación
La parcela
Este cercado de una hectárea cumple unas normas muy estrictas: una sola parcela, cerrada y en un solo terreno, que dispone de una instalación completa de vinificación in situ. La magia de sus tierras mezclada con las competencias de los equipos lo convierten en un vino excepcional.
Procedente en exclusiva de Pinot Noir vinificado en barrica, desarrolla una pureza excepcional. Para dejar que este gran vino evolucione con la singularidad del único cru del que procede, la Casa decide añadirle muy poca dosificación.
Unas tierras mimadas
El Clos es una parcela única que destaca por una gestión y una conservación notables de la viña, del suelo y del subsuelo, en un entorno respetuoso con el medio ambiente. La Casa Billecart-Salmon decidió recuperar métodos ancestrales de la Champaña francesa y, por ello, desde hace unos años, los caballos de tiro han regresado a Clos Saint-Hilaire.
Este método de conservación del suelo y de la viña mejora su porosidad y biodiversidad: las raíces se desarrollan en profundidad y los minerales extraídos del suelo favorecen el crecimiento de uvas más pequeñas y concentradas, para desvelar el sabor tradicional de este pago.

A LA VISTA
La magia del terruño combinada con un saber hacer ancestral nos descubre un sublime tono dorado, acentuado por intensos reflejos brillantes. Una agradable efervescencia de finas burbujas atemperada por la pátina de una crianza cuidada al milímetro.

EN BOCA
Textura con cuerpo y sutiles notas exóticas de cáscaras de cítricos confitados (naranjas bañadas en chocolate, regaliz y madera de cedro) sobre un fondo de múltiples capas de sabores (gelatina de arándanos, abricotine y licor de limón). El vino tiene un encanto tan cautivador como expresivo, con una generosidad que se prolonga hasta un final de deliciosa mineralidad calcárea.

EN NARIZ
Expresión noble y distinguida, intensamente sensorial, con un impacto olfativo de gran complejidad y elegancia (cereales malteados, repostería fina y pulpa de mandarina). La resonancia de destellos concentrados que realzan un fruto maduro e intenso (grano de café tostado, pan recién tostado, vaina de vainilla y tabaco rubio).

DEGUSTACIÓN
Un universo gustativo único por la muy limitada producción de cada gran añada (4500 botellas). Servida a temperatura de bodega (12/14°), esta exclusiva cuvée marida maravillosamente con un rodaballo salvaje «ikejime» al café de Birmania y una delicada tartaleta de boletus asados.
Por Florent NYS, enólogo y jefe de bodega de la Casa Billecart-Salmon.
En sintonía con Nicolas Beaumann
Chef de la Maison Rostang**, Paris

“ J’ai connu la Maison Billecart-Salmon en arrivant à Paris il y a 18 ans quand j’ai commencé à travailler comme chef dans le restaurant de Michel Rostang.
La première fois que j’ai dégusté la cuvée Clos Saint-Hilaire, millésime 2002, c’était à l’occasion d’un dîner de Vignerons organisé au sein même du restaurant. Je me souviens à quel point la richesse de la vinification sous bois m’avait impressionnée : un des premiers champagnes où l’on retrouve toute la dimension du vin.
Aujourd’hui avec le millésime 2009, j’imagine deux accords singuliers pouvant révéler plusieurs facettes de cette cuvée. Tout d’abord, il y a un accord évident avec le topinambour tatin, parfumé à la bergamote, châtaigne au whisky et sabayon népita : la sucrosité du topinambour se prolonge dans les saveurs racinaires de ce grand vin et en fait ressortir toute sa fraîcheur.
Dans un autre registre, le Clos Saint-Hilaire 2009 se révèle également avec notre intemporel brochet de lac, quenelle à la crème de homard, et riz soufflé croustillant. Ce plat traditionnel et emblématique de la Maison Rostang vient surprendre avec la rondeur et la gourmandise du homard en harmonie avec la générosité et profondeur de cette cuvée.
L’endroit idéal pour savourer ce grand millésime serait au sein même de la Maison Rostang, dans son nouveau décor aussi rétro que raffiné. ”
Cepas y elaboración
- • 100% vinificado en barricas de roble
- • Maduración sobre lías/en bodega: 177 meses
- • Dosificación: 1,9 g/l
- • Formatos disponibles: botella y magnum
- • Tiempo de conservación: más de 10 años